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Corruptela sin corruptores * Opinión 2011-07-14 00


opiinion
Por alguna extraña distorsión de los valores, la sociedad colombiana rechaza a los corruptos, pero es tolerante con los corruptores.
Recordando el famoso aforismo, según el cual, es igual de culpable el que peca por la paga, que el que paga por pecar, (Sabas - Palacio contra Yidis - Teodolindo), en nuestro país, las pocas veces que actúa la justicia en casos de corrupción, los sancionados son los de "ruana" y "escarcela", mientras que existe una total impunidad para los que pagan por pecar, sean estos empresarios o ministros.
En el estatuto anticorrupción, existen algunos avances para corregir estas anomalías, por lo menos en lo que se refiere a la contratación pública, pues impone algunas restricciones a contratistas privados que hayan incurrido en actos de corrupción, así como a los que hayan financiado campañas políticas para Presidente, gobernadores y alcaldes. Es una solución incompleta, pues también deberían incluir a los que financian las campañas de congresistas, diputados y concejales. Pero... muchos congresistas que han recibido dinero de los contratistas privados no legislan contra sus propios intereses.
No podemos olvidar que en la parte política, son cuatro los factores que han aumentado la corrupción: la reelección presidencial, la elección popular de alcaldes y gobernadores y su posible reelección; otros son el voto preferente y la circunscripción nacional para el Senado. Se han visto casos de senadores de la costa norte de Colombia que sacan votos en el sur del país, sin haber visitado nunca esas regiones.
Parece que nos siguen dominando los pilletes y galafates. Las ganzúas siguen actuando y nuestra justicia...
La corrupción es definida como sistémica, cuando su frecuencia es tal, que constituye la regla más que la excepción, asociándose de manera pertinente, a la idea de "cultura de la corrupción". Como consecuencia se produce una desmoralización generalizada de los ciudadanos de bien, así como de los empresarios. También se presenta una "inestabilidad" política, así como gobiernos que fracasan en proveer justicia nítida y servicios ciudadanos adecuados. Generalmente, gran parte del sector privado debe participar de la corrupción, para poder sobrevivir.
En Colombia, aparentemente mis paisanos no están tan "confundidos", pues tenemos crecimiento económico, debido a las privatizaciones y al narcotráfico, así como a las enormes inversiones extranjeras y a las exportaciones de ciertos sectores. Pero... no hay progreso económico para los estratos bajos, existiendo un retroceso en el poder adquisitivo, así como un aumento en los índices de pobreza, indigencia e inseguridad. Las prácticas ilícitas, no se deben a la ignorancia de las normas, sino a su manipulación, con base en el dominio que los corruptos tienen de aquellas. En nuestra vereda, hay muchos ejemplos. La meta de los corruptos es identificar y aprovechar las fallas y contradicciones de nuestra legislación y justicia, para poder elaborar un "mecanismo" corrupto y fácil, que tenga toda la apariencia de legalidad.
El último expresidente, pese a su imagen de persona eficiente y transparente, pareció más un patrón de hacienda que se dejó meter muchos goles de los corruptos, quien en sus famosos consejos comunales, nunca rindió cuenta de los reales manejos del poder. Como conclusión podemos decir que, la Colonia dejó la corrupción como legado, la República la perpetuó y en los últimos gobiernos, la llevaron al nivel de la cleptocracia, (del griego clepto: quitar y cracia: fuerza o poder), es decir: el dominio total de los ladrones.
Pero... es bueno hacernos una autocrítica. ¿Quién de nosotros nunca ha pagado un soborno? ¡A un policía, a un funcionario, a un empleado; simplemente a un tramitador o a alguien que nos hace la fila para comprar boleta para entrar a un espectáculo! No es el monto del soborno lo que hace el corrupto, sino la violación a una norma moral y ética. Entonces... la corrupción en Colombia tiene raíces y muy fuertes. Nos guste o no, en Colombia tenemos dos fenómenos de desviación: la del Estado y la del ciudadano común y corriente que la práctica y la tolera, sin rebelarse y sin hacer mucha repulsa. De seguir así, Colombia nunca saldrá de su pesadilla corrupta y del bellaco dominio de unas mayorías, manejadas por unas pocas familias que administran el Estado, como si se tratara de su casa de campo. De nosotros mismos va a depender no caer más en el abismo de la cleptocracia, es tarea de todos. Tenemos el compromiso de erradicar esas neoplasias y empezar a construir un nuevo país. ¿Pero cuándo?
Necesitamos un país justo, equitativo y ético; con un pueblo que opine, que no trague entero y que no deje manosear los principios republicanos y democráticos. Recuperemos la memoria y las manos honradas y con callos.
P.D.: Inaudito lo que leí en este mismo periódico, en la sección "Supimos que" y en relación al presidente del Blanco-Blanco, quien según la noticia, considera la posibilidad de tener sueldo. Ese es un cargo representativo, al cual se puede llegar con méritos o sin ellos; o simplemente por accidente. Afortunadamente, es una posición totalmente ad-honórem. Si no les sirve así, pueden renunciar.