Abrirlas totalmente, acabar con los monopolios departamentales y permitir que los licores colombianos se vendan sin restricciones a lo largo y ancho del país. Eso podría fomentar el consumo general de nuestras bebidas alcohólicas.
Los 32 gobernadores de Colombia, a través de la Federación que los agremia, decidieron que para pararse firme contra el contrabando de licores extranjeros, es necesario cerrarles las fronteras a partir del próximo primero de marzo. Argumentan que cada año se dejan de recibir cerca de un billón de pesos, lo que de paso le quita recursos a la salud, la educación y el deporte en las regiones de Colombia.
Se trata de una preocupación legítima, que tiene base en que mientras los licores nacionales pagan impuestos, bajo el actual panorama los extranjeros no los pagan y por eso son vendidos en el mercado negro a precios que hacen muy difícil competir. De hecho, según cálculos de las mismas autoridades, cerca del 75% de los licores foráneos entran ilegalmente a Colombia. Eso quiere decir que de unas 28 millones de botellas que se consumen, solo 6 millones pagan impuestos.
Este es, sin duda, un problema delicado para las finanzas departamentales, e incluso para las de todo el país, porque la evasión y el contrabando también afectan el fisco nacional. La DIAN y la Policía aduanera se han quedado cortas en el control que debe ejercerse para evitar que los licores extranjeros, especialmente whiskys, inunden el mercado y terminen desplazando los productos de las licoreras nuestras, que en el caso de Caldas ha visto caer sus ventas en forma dramática, y no encuentra claro el camino de la recuperación.
La enfermedad es real, pero tal vez esté mal formulado el remedio. Para solucionar de manera contundente este problema, lo más conveniente sería abrir las fronteras, en lugar de cerrarlas. Abrirlas totalmente, acabar con los monopolios departamentales y permitir que los licores colombianos se vendan sin restricciones a lo largo y ancho del país. Eso podría fomentar el consumo general de nuestras bebidas alcohólicas y cerrarles el paso a unos productos que se fortalecen ante la limitada oferta de los nuestros.
Ahora bien, si ha de seguir adelante la iniciativa de bloquear la entrada de los licores extranjeros, bien valdría la pena reflexionar antes acerca de porqué no se han adoptado por parte de la Policía mayores restricciones, ya que es evidente que todo el mundo sabe dónde puede ir a conseguir licor foráneo sin ningún problema y a precios bajos. Pareciera ser que son solo las autoridades quienes lo ignoran. Lo que es claro es que una estrategia más fuerte de control, permitiría evitar que los departamentos pierdan recursos, y obligaría a los importadores a pagar todos los gravámenes establecidos por la ley.
En esto las multinacionales de licores también tienen responsabilidad, pues deberían tener claro a quiénes les están vendiendo y de qué manera. Ellas deben comprometerse, así mismo, a colaborar, para que todos los productos que entren a Colombia lo hagan de manera legal. Hay que recordar que con los cigarrillos han ocurrido situaciones similares, pero que ese mercado actualmente está mejor regulado en el país.
También hay que considerar que cerrarles el paso a estos licores podría acarrear problemas para los tratados de libre comercio que en este momento adelanta Colombia con varios países, y por el contrario lo que se debe hacer es abrirles el camino a nuestros licores en el mercado internacional.
Además, no podemos pasar por alto que gran parte de los problemas de competitividad que hoy tienen nuestras licoreras tienen que ver con la corrupción, que se queda con cuantiosos recursos cada año. Por eso, tal vez sería más sano y conveniente para las finanzas departamentales abrir totalmente las fronteras y facilitar la llegada de privados al negocio de los licores, para que paguen altos impuestos y compitan abiertamente con los licores extranjeros, a los que habría que controlar con una normativa más clara y con acciones efectivas de las autoridades.