Es clave en este momento la intervención de la ONU, pues no puede permitirse que en su demencia, este gobernante despótico persista en sus cruentas acciones en contra de su pueblo.
El Consejo de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas se reúne hoy en sesión extraordinaria para debatir la situación en Libia, a raíz de la violenta represión de las manifestaciones populares que reclaman el fin del régimen de Muamar Gadafi. Se espera que de allí salgan decisiones contundentes que lleven a que la comunidad internacional neutralice las insensatas acciones del dictador, quien lleva 42 años en el poder. En este asunto hay que admitir que los países del Primer Mundo han sido demasiado tolerantes, e incluso complacientes, solo por conveniencias económicas relacionadas con los volúmenes de producción petrolera libia.
Cada día la crisis se agudiza en ese país, y amenaza con tener desenlaces más complejos a los de Túnez y Egipto, en donde sus mandatarios optaron, finalmente, por abandonar el poder y abrirle paso a la democracia. En Libia, donde Gadafi ha mantenido una hegemonía impenetrable, todo indica que el polémico líder se aferrará al poder, si fuera necesario, hasta la muerte, con el agravante de que su segundo hijo, Saif Al Islam Gadafi, quien tenía previsto sucederlo en el trono, ha resultado, al parecer, más peligroso que el mismo tirano.
Hoy, ese país del norte de África vive un baño de sangre, en el que los mismos militares que se niegan a bombardear a los ciudadanos inconformes, son ejecutados como traidores. Varios de los pilotos de aviones de guerra han optado por desertar o por estrellar sus naves, con el fin de evadir las órdenes enloquecidas de su jefe supremo. Aunque oficialmente se afirma que no habría más de 300 muertos, fuentes de los manifestantes aseguran que las cifras son mucho más altas, e incluso líderes libios que viven en Europa se han aventurado a decir que podrían llegar a los 10 mil.
Pero la inconsistencia en las cifras tiene que ver con las limitaciones que el régimen opresor de Gadafi les ha impuesto a los medios, cuyos periodistas han sido amenazados de muerte por el desquiciado gobernante. Lo que llega a las manos de la opinión pública es información fragmentada, elaborada y transmitida de manera clandestina, y asumiendo grandes riesgos. Lo que resulta claro es que quienes lideran la insurrección que ya copó una tercera parte del país, son cada vez más, y todo indica que más temprano que tarde llegará la caída de Gadafi y su séquito.
Para tratar de confundir a la opinión internacional, el autócrata afirma ahora que detrás de las revueltas se encuentran Osama Bin Laden y Al Qaeda, lo que en caso de ser cierto tampoco justifica su arremetida violenta contra el querer popular de cambios, que viene despertando en todo el pueblo árabe y que seguirá creciendo en las próximas semanas, en contra de gobiernos absolutistas de esa región, que no han logrado dar el paso hacia el siglo XXI.
Es clave en este momento la intervención de la ONU, pues no puede permitirse que en su demencia, este gobernante despótico persista en sus cruentas acciones en contra de un pueblo que solo quiere dejar atrás la irracionalidad de un fanático en el poder. Ya el presidente de Estados Unidos y otros líderes de Occidente han calificado como inaceptable la actitud desmedida del régimen de Gadafi.
Además de los costos humanos, para el mundo este conflicto tendrá un enorme impacto económico, y que tiene que ver con los precios disparados del petróleo. Muy pronto en Colombia, por ejemplo, empezaremos a sentir los efectos de este conflicto, con el alza en los precios de la gasolina, y es posible que en próximas semanas empecemos a tener cotizaciones récord de los combustibles en los mercados mundiales, lo que podrá agravar la crisis económica global que empezaba a tener visos de recuperación.
Sin embargo, el contagio en el caso de América Latina no será solo económico, sino que también podría tener consecuencias políticas. Ya Fidel Castro y Daniel Ortega salieron a defender al dictador africano, y es posible que Chávez en cualquier momento se manifieste en su solidaridad con Gadafi, con la actitud locuaz que le conocemos. Es necesario que el mundo se mueva rápido hacia la búsqueda de una salida que ponga fin al genocidio, es urgente ponerle punto final al régimen de Gadafi.