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Aprender de La Niña Editorial 2011-04-27 00 La Patria



En Caldas, por lo menos, la llegada de recursos para ayudar a las familias ha sido lenta y hay gente que resultó afectada por las lluvias de finales del año pasado que aún sigue esperando. 

Hay consenso acerca de que en Colombia no se había visto un invierno tan intenso y agresivo como el que estamos padeciendo. Los expertos en meteorología aseguran que la gran cantidad de lluvias, correspondientes a precipitaciones que superan en mucho las normales de una temporada invernal, tienen relación directa con el fenómeno de La Niña que comenzó a manifestarse a mediados del año pasado y que, según el Ideam, seguirá presente hasta la mitad de este año. 

Así las cosas, la actual emergencia, en la que cada día aparecen noticias de nuevos estragos en diversos puntos de la geografía nacional, puede estar apenas a mitad de camino, con lo que las pérdidas materiales y de vidas podrían verse agravadas en las próximas semanas. Sean cuales sean las causas de este preocupante fenómeno climatológico, que es fácil relacionar con el famoso Cambio Climático, lo cierto es que nuestro país no estaba preparado adecuadamente para hacerle frente a un invierno tan fuerte. 


Por esa razón, el gran desafío de Colombia hoy, además de atender en forma adecuada a los cerca de tres millones de damnificados, es aprender del fenómeno de La Niña y pensar en que la reconstrucción que se adelante tendrá que ser a prueba de nuevas temporadas invernales agresivas, tal vez peores que la actual, que podrían ocurrir en el futuro. Por eso, no puede improvisarse, y las obras que se construyan deben hacerse pensando en que resistan hechos climáticos extremos. 
Ahora bien, está bien que en los actuales momentos, como lo dijo el presidente Juan Manuel Santos en su alocución televisiva del pasado lunes, el Gobierno esté concentrado en la atención humanitaria de las víctimas, pero también hay que reconocer que ha faltado agilidad en el desembolso de los dineros con los que se pretende asistir a los damnificados. En Caldas, por lo menos, la llegada de recursos para ayudar a las familias ha sido lenta y hay gente que resultó afectada por las lluvias de finales del año pasado que aún sigue esperando. 

El mandatario habla de 450 mil millones de pesos destinados a esta tarea en todo el país (de los $4,4 billones de Colombia Humanitaria para toda la emergencia), pero en Manizales, por ejemplo, donde se tramitan desde comienzos del año recursos para atender daños en las redes de acueducto y para desarrollar obras de mitigación que podrían prevenir problemas en el suministro de agua potable, cada vez que cae un nuevo aguacero reaparece el temor de un daño de grandes proporciones que podría dejar sin agua a la ciudad. 


Hay que atender el llamado del mandatario a la "unidad y solidaridad" con los afectados por el invierno, y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para mitigar los efectos del desastres, pero hay que comenzar por darle agilidad al proceso de atención, y pasar rápidamente a la reconstrucción de obras prioritarias. Lo más grave es que la Ley de Garantías entrará en vigor este año a finales de junio y es poco el tiempo que queda para contratar trabajos urgentes, que tendrían que esperar hasta después de las elecciones del 30 de octubre. 


Está bien que los recursos sean blindados para que los politiqueros no se aprovechen de la jornada electoral que se avecina, para hacer festines y comprar votos, pero es necesario hallar los mecanismos que permitan desarrollar las obras más urgentes, porque al ritmo que va la ola invernal hay intervenciones que no darán espera. Hay vías que no se pueden tratar con paños de agua tibia, y sectores económicos agrícolas y pecuarios que necesitan apoyo para salir adelante.

Un peligro que acecha, y para el cual debemos estar preparados es el de los precios de los alimentos que, seguramente, se incrementarán debido a las pérdidas que se han dado en las cosechas. Dicha circunstancia podría golpear las metas de inflación y de paso deteriorar seriamente la economía, lo que se sumaría a la crisis social que se ha ido profundizando con la intensidad de las lluvias.